Anoche terminé de leer El psicoanalista, de John Katzenbach, y pude satisfacer mi necesidad literaria con las deliciosas frases que presenta este libro. He aquí algunos ejemplos:
"Se mordió el labio con fuerza, porque supo de inmediato a lo que se enfrentaba: un hombre con prismáticos de visión nocturna"
"cuando habló, lo hizo con resignación:
-si no está aquí, doctor, ¿donde coño está?"
"Tengo un arma -espetó Ricky con voz ronca debido a la tensión-. Estoy apuntándote a la espalda. Es una pistola semiautomática del calibre 380 cargada con balas de punta hueca, y si haces el menor movimiento dispararé. Lograré hacer dos disparos, quizá tres, antes de que te vuelvas y puedas apuntarme a tu vez. Por lo menos uno dará en la diana, y seguramente te matará. Pero eso ya lo sabes, ¿verdad? Porque conoces el arma y la munición. De modo que ya has hecho todos estos cálculos mentalmente, ¿no?"
Qué belleza carajo.