19.8.07

De cigarrillos y esas hierbas.

Si siendo una adicta brutal a la nicotina pude dejar de fumar por siete dias sólo porque me lo propuse, entonces puedo hacer cualquier cosa (excepto tirarme de un avión a 400 metros de altura o bien resolver un problema de matemática para niños de, por ejemplo, quinto grado en menos de veinte minutos cuarenta y seis segundos), entonces podría reafirmar que sí: cualquier cosa. Y ahora, es decir en este momento, después de haber cenado y tomado mi café y haber hecho el mate cuya bombilla casualmente estoy mordiendo de manera angustiante, me siento genial. Aunque el 95% del tiempo sólo quiero morir incinerada por una lluvia torrencial de cigarrillos y habanos encendidos cayendo del cielo al son de un suave y colectivo “¡fú ma nos, fú ma nos!”, me siento genial, sí. Y lo que me resulta sorprendente y quizás me hace sentir un poco bien es que esta semana pasé varias pruebas que cualquier fumador desquiciado como yo consideraría arriesgadas y difícilmente superables, a saber:

1- Escribir sin fumar, ergo, lo peor de lo peor me quiero morir no puedo soportarlo. Reemplazando al cigarrillo: mate*, chicles, biromes, té, agua, deseos de superación y muerte al enemigo.

2- Dibujar. harto jodido, reemplaza al cigarrillo el poder de concentración y mi envidiable fortaleza, mi hermosa figura de ninfa y mi destacable voluntad; además de un lápiz duro, feo, y por demás masticable y desechable.

3- Mirar películas y/o estar en la computadora. Reemplaza al cigarrillo todo lo citado en el punto uno, especialmente el deseo de superación y el sueño de acribillar inocentes con armas blancas de los años cincuenta.

4- Hablar por teléfono. Reemplazan al cigarrillo mis evidentes deseos de cortar la comunicación cuanto antes y el inevitable estado de histeria provocado por el cinismo del interlocutor, que se niega a cortar.

5- La sobremesa. Terminar de comer un manjarazo como por ejemplo pizza y no prender un cigarrillo después de haber tragado el último bocado y bebido la última gota de agua debería ser considerado una tortura oriental para el fumador compulsivo promedio. Cada vez que termino de comer, automáticamente se presentan las ganas de encender un cigarrillo, y es entonces cuando recuerdo que intento dejar de fumar. En ese instante (que sin ir más lejos podría categorizarse como “desesperante, develador y de un gran misticismo”) replanteo mi existencia, luego insulto a dios y a mi deplorable estado físico y finalmente pongo la pava al fuego mientras muerdo biromes de dudosa procedencia, es decir, robadas de cartucheras que naturalmente no me pertenecen.

6- Situaciones desgraciadas de tercer nivel. Discusión familiar completamente incoherente en la que tus cercanos te colocan de manera intencionada pero sin ningún tipo de fin más que el de generarte deseos de violencia contra niños y ancianos, por ejemplo. Es difícil evitar el deseo de prender un cigarrillo y no sólo fumarlo sino apagarlo en el brazo de algún pariente descuidado, pero hey, reprimirse es salud(?).

*sin azúcar.

Y seguramente hubo más momentos desesperantes y dignos de retratar pero la verdad es que son las cuatro de la mañana, acaba de llegar DAN the GENIO COSTAS a la radio y yo ya me dispersé asi que supongo que esos seis fueron los más difíciles; sin embargo tengo muchas cosas interesantes para compartir como por ejemplo la infinidad de links de alto contenido que encontré y que están relacionados con personas que intentan dejar de fumar, gente que dejó hace poco y personas que solían fumar compulsivamente y que ahora son ex fumadores ortodoxos que odian a la gente que fuma casi tanto como a sus padres y que han sufrido una transformación mental al estilo
Smeagol - Gollum, metamorfosis que progresó de manera equilibrada junto al abandono total de la nicotina y a la deserción absoluta del tabaco. Impresionante, pero por ahora me reservo los links porque ¿quién te dice? quizás mañana me convierto en un monstruo que disfruta descuartizando fumadores y caigo en mi propio juego(?). O simplemente vuelvo a fumar y muero en dos meses.

Y antes de terminar, un dato curioso extraído de la sección rarezas de X-files que sólo interesan a personas que me interesarían, publicado en imdb:

William B. Davis, who plays the cigarette-smoking man, is a non-smoker. The cigarettes he uses in his scenes aren't tobacco, they're herbal.
Es decir, el fumador compulsivo de x files en realidad es un careta que no toca el tabaco ni aunque de un protagonico en Lost se tratase, y la verdad es que se da con hierbas, que tiene un problema odontológico que le impide pronunciar de manera correcta la palabra “tabaco” a la cual inevitablemente se refiere como “tobacco” y hasta le gusta hacer chistes referidos al sexo grupal entre extraterrestres y a la posible paternidad que lo uniría de manera permanente al excéntrico agente Mulder. Aquí, la imagen tomada un instante después de su tajante declaración:

“el que no fuma hierbas me la soba, darling”

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